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May 25, 2014

Espejismos de pertenencia

AKaAnPo

Esta mujer tan blanca como la yuca, había tenido que vivir en una tierra donde no había nacido aunque llevaba la sangre de sus gentes en sus venas porque su padre, abuelo y otras tantas generaciones de hombres, pertenecían y se enorgullecían de este lugar que ella se empeñó en rechazar. 

Un día la mujer del color de la yuca, despertó con una sensación parecida a la de la vaciedad.  Aunque lo tenía todo, tendría que buscar unas raíces para poder reivindicar cosas que nunca había sido pero deliraba con ser.  Se levantó, viajó a sus lugares de supuesto origen y perdió la razón, sintió que debía ser misionera pero se encontró de repente con el reflejo de su propia angustia en un espejo que la hacía verse a sí misma como una farsa de convicciones y culturas que había logrado aprender de los libros.  Ella nunca  había tenido esa vivencia en ese lugar de ensueños que la hacía extraviarse cuando pensaba en dominar una cultura que pudiera rendir a sus pies para reclamarse viva mientras moría.  

Se inventó una tribu, y hasta creyó firmemente que tenía un clan que alguien le había otorgado por la simple razón de arremeter contra la vida, comparó una cosa con la otra y combinó tantos disparates que lo único que consiguió fue el rechazo de la gente que ella llamaba suya, cuando estas gentes nunca fueron de nadie. 

Escudada en la envidia que la consumía en cada paso que daba, arremetió contra cualquier amenaza que considerara competencia para reivindicar lo que ella pretendía era suyo y de nadie más.  Utilizó las estrategias más bajas porque su única entelequia era reinar, pero terminó consumida en su miseria. 

Hoy, solo su madre la llora después de haber fallecido en sus espejismos. 

Cuentos cortos de la serie de “mujeres sin sentido” iniciada en el año 2009.
1º de mayo de 2014
Berna, Suiza