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Nov 25, 2011

Eunice: Mujer Ilchamus resistiendo

Especial para el www.indigenousportal.com por la conmemoración del 25 de noviembre de 2011 Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.


Por:  Wayunkerra Epinayu (Karmen Ramírez Boscán)*

Eunice Santawan Lepariyo en el Programa
para Pueblos Indígenas de UNITAR
Ginebra Suiza - Junio de 2011
Pocas veces se tiene el privilegio de encontrarse con una mujer fascinante.   Esta vez he conocido a una mujer indígena, portadora de un cuerpo maravillosamente voluptuoso, el negro brillante de su piel, contrasta espléndidamente con su blanca sonrisa, todo su esplendor, es pasmosamente imponente, especialmente cuando se atarea con toda su parafernalia de telas rojas atravesadas por líneas blancas y azules, lo que juega perfectamente con los adornos de su cabeza elaborados a partir de alambres en donde ensarta cuentitas de mil colores, la misma técnica que usa para sus collares que cubren no solo su cuello sino también su pecho. Eunice Santawan Lepariyo, es una de las pocas mujeres que, en su comunidad del pueblo indígena Ilchamus, se ha dado a la tarea de luchar por la participación de las mujeres de su pueblo, además de haber escapado a la barbarie de la extirpación del clítoris, actividad que, como en muchos lugares de África, se practica cada temporada de mutilación de niñas y mujeres en su comunidad.

Cuando se habla de los pueblos indígenas de África, se desconoce que hay un número casi incalculable de grupos étnicos y minorías. En Kenya hay diecisiete diferentes pueblos indígenas, aunque precisamente, la etiqueta de “pueblos indígenas”, genere muchas contradicciones entre las comunidades de los países africanos.  De hecho no existe una definición particular que agrupe el término como tal desde ésta parte del mundo y la misma población ancestral, protesta con firmeza para que no se les encasille en las marcas impuestas por el Estado, quien tiene la única intención de limitar, controlar y feriar al mejor postor sus territorios, impidiendo así, estratégicamente, el ejercicio de la libre determinación, a la que debieran tener derecho estas culturas milenarias.  La mayoría son cazadores, recolectores, así como también pastores nómadas, que viven en territorios de bosques y selvas como es el caso de los Ogiek, mientras otros habitan  los característicos desiertos que se pueden observar en las imágenes de los famosos safaris africanos, en donde caminan “libremente” los Massai, los Kikuyu ó los Ilchamus, entre muchos otros. Cuando hablamos, entonces,  de “pueblos indígenas” de África, hablamos de pueblos milenarios, con órdenes sociales, culturales y políticos de naturaleza colectiva.

Eunice Santawan Lepariyo, es una mujer de sangre Ilchamus, un pueblo indígena localizado en un lugar llamado “The Rift Valley”, en el Distrito Marigat  del norte de Kenia.  La población de los Ilchamus, está contemplada en 40.000 personas que se dedican tradicionalmente al pastoreo y en mucho menor escala a la agricultura y a la pesca que desarrollan en el Lago Baringo.  Sus mayores riquezas, están representadas en vacas, ovejas y chivos, aunque, siendo éste el único recurso para obtener dinero en un territorio bastante árido, en donde el agua escasea y las condiciones climáticas son absolutamente agrestes, no es fácil mantener vivos a los animales.  El territorio, de la misma manera es sinónimo de fortuna, aunque representa también una necesidad permanente de conflicto con otros pueblos o tribus, como los Pokot, quienes promueven sangrientas guerras a fin de adueñarse del territorio de los Ilchamus. 

Eunice, con su voz pausada, entre pequeños sorbos de agua que va tomando durante la hora del almuerzo, la cual hemos dispuesto para realizar la entrevista, me cuenta que algunas iniciativas provenientes del gobierno, les han permitido crear una especie de “agro-granjas”, las cuales, a través de procesos muy simples de irrigación, les dan la posibilidad de sembrar al menos, maíz, para mantener algo de alimento de manera permanente en las comunidades.  Sin embargo, aunque Eunice sabe bien como criar un animal, a pesar de ser tarea de los hombres, y aunque sabe como decorar calabazas, entre otras de las artesanías, además de llevar una casa como corresponde a una mujer Ilchamus, ella ha preferido combinar todo lo anterior con  otros menesteres, lo cual por supuesto, en una cultura androcéntrica y patriarcal, no ha sido nada fácil para una mujer como ella. 

La organización para la que Eunice trabaja, Ilchamus Development and Human Rights Organization (Organización para el Desarrollo y los Derechos Humanos Ilchamus),  procura en la medida de sus capacidades, promover la defensa de los derechos humanos en Marigat District.  Ella en particular, trabaja para crear espacios que permitan a las mujeres indígenas conocer sobre liderazgo y sobre sus derechos.  –La educación es uno de los problemas más comunes que enfrentamos las mujeres Ilchamus en el territorio- Dice Eunice.  Por eso, ella dedica la mayor parte de su tiempo a promover talleres sobre derechos de los pueblos indígenas, lo que ha generado una gran aceptación y simpatía por parte de la población, por supuesto especialmente de las mujeres Ilchamus, quienes poco a poco se han sentido más involucradas en los procesos de fortalecimiento de sus iniciativas. Sin embargo, la participación política de las mujeres, es casi una afrenta a los hombres, de manera que son muy pocas las que han decidido dar el paso de mujeres de comunidad a mujeres lideresas.

Desde el 2004, las comunidades Ilchamus, se han venido organizando en una especie de comités cuyo objetivo principal era el de llegar al Parlamento,  por lo cual presentaron sus demandas ante el Tribunal Constitucional, instancia que emitió su decisión a favor de los Ilchamus  manifestando que, al ser considerados como un grupo de interés especial, tenían derecho a una silla en el Parlamento de Kenia,  sin embargo, la Comisión Electoral de Kenia (ECK) se opuso de manera rotunda a dar cumplimiento al fallo de éste Tribunal. 

Paralelamente al proceso, de demandar participación política que iniciaban los hombres para lograr el reconocimiento ante el Estado, un importante momento para solicitar igualdad entre hombres y mujeres Ilchamus, se desarrollaba al interior de las comunidades.  Si bien la mujer es considerada  fundamentalmente importante para los acuerdos e intercambios matrimoniales, que permiten hacer crecer las riquezas, así como garantizar la reproducción y crianza de los hijos, los aportes de las mujeres Ilchamus no son tenidos en cuenta para las discusiones y decisiones colectivas, lo que se traduce en que en la mayoría de las veces, ellas no pueden ni si quiera hablar delante de los hombres. Las mujeres Ilchamus, reclamaban a los hombres ser entendidas como constructoras de sus propias realidades.  –Ellos pensaban que las mujeres no podíamos tomar buenas decisiones -  dice Eunice, enfatizando que de manera generalizada, el contexto africano se basa en la dominación masculina, y ésta se hace mucho más evidente y restrictiva en las comunidades de los pueblos indígenas. 

Eunice Santawan Lepariyo
Mujer indígena del pueblo Ilchamus
Eunice, trabajaba en ese entonces en la organización  Pastoralist Development Network Kenya (Red para el Desarrollo del Pastoreo en Kenia), la cual está basada en Nairobi.  Les conoció, ya que la organización frecuentaba mucho su comunidad para llevar a cabo algunos proyectos productivos.  En 2008, Eunice, recibió un formulario de parte de  Clement Isaiah Lenachuru, su esposo, quien también trabajaba con ella, y de quien Eunice dice muy orgullosa,  tiene un doctorado en Recursos Naturales y Cambio Climático, además de estudiar actualmente en la Universidad de Colorado en Estados Unidos, y fue precisamente él, quien le ayudó a diligenciar el formulario de aplicación al Programa de Becas para Representantes Indígenas de la Oficina de Naciones Unidas del Alto Comisionado para los Derechos Humanos (ONUACDH), del cuál Eunice fue becaria en el año 2009.

Tres meses, estuvo Eunice estudiando en Ginebra-Suiza.  Aunque lo más difícil fue estar separada de su familia, ella dedicó su tiempo a entender todo sobre el sistema internacional de derechos humanos para pueblos indígenas. Confirmó entonces, que sus demandas como mujer Ilchamus ante su comunidad, tenían plena validez, y concluyó que su trabajo con las mujeres, apenas comenzaría cuando regresara a su territorio.  Luego, los días se le fueron pasando rápidamente en Suiza.  A su regreso a Kenia en ese mismo año (2009), llegó fortalecida y con un conocimiento adquirido que quería poner en función de las mujeres Ilchamus.  Comenzaron entonces a demandar con mayor fuerza, la necesidad de ser incluidas en los comités de participación política de las comunidades, los cuales eran básicamente conformados por hombres.  En estos escenarios, era crucial la participación de las mujeres Ilchamus, ya que desde allí, se elige a los posibles representantes que pueden aspirar a la silla en el Parlamento de Kenia.  Fue una ardua labor, que les costó noches de argumentación frente a los hombres, pero la persuasión pudo más que la negativa, en principio absoluta, de los hombres que hacían parte de los comités. Siete meses después, las Ilchamus, en cabeza de Eunice, habían convencido a los hombres de lo importante de la participación de las mujeres en estos escenarios, aunque ésta se hubiera visto limitada por la casi inexistencia de mujeres lideresas. 

Eunice considera que una gran limitante que tienen las Ilchamus, es la falta de oportunidades  de educación para las mujeres de su pueblo, lo cual está estrechamente vinculado a la necesidad de control que impera sobre ellas.  Pensar en que las mujeres Ilchamus terminen la educación primaria o accedan a la educación secundaria, ya es una gran hazaña, sin embargo, hoy han logrado, gracias a diferentes estrategias que, nueve mujeres Ilchamus, se encuentren estudiando en la universidad, a pesar de la reprobación de muchos miembros, e incluso mujeres, de las comunidades.  Eunice Santawan Lepariyo, habla muy orgullosa de su trabajo, en donde tiene el goce de conducir el programa para las mujeres.   Presentaciones y talleres de formación e información para las mujeres Ilchamus con el objeto de darles a conocer sus derechos, sin que esto implique la ruptura radical con su cultura o con su pueblo, así como programas y campañas sobre los derechos que como mujeres pertenecientes a un pueblo indígena tienen, es su mayor compromiso.  Entonces, le pregunto con algo de precaución a Eunice, qué pasa con la Mutilación Genital Femenina (MGF), con los derechos de las mujeres y las niñas Ilchamus en éste sentido.  Guarda silencio por un momento.  Tímidamente intento explicar que, en África hablar de los derechos de las mujeres indígenas, implica hablar de la lucha contra la MGF, práctica que por supuesto es bastante controversial, porque precisamente representa muchas contradicciones con los conflictos existentes entre la preservación de la cultura y la visión occidental de los derechos humanos, y para éste caso, de las mujeres indígenas.

De acuerdo con la Encuesta Demográfica en 2009 y la Encuesta de Salud de Kenia del mismo año, aunque ya sabemos como funcionan las encuestas estatales, se estima que el 32% de las mujeres en la provincia del Valle del Rift han sido sometidas al procedimiento de la ablación. Otras informaciones sobre la realidad de las niñas y mujeres Ilchamus, revelan que cerca del 70% de ellas, han sufrido la MGF, mientras las estadísticas de Amnistía Internacional  aseguran que cada hora, 300 niñas son mutiladas, en el mundo.  Por otra parte, se han identificado algunos tipos de procedimiento para efectuar esta macabra costumbre:  La primera, en la que se lleva a cabo la extirpación del clítoris;  la segunda, que consiste en la extirpación del clítoris y los labios menores y finalmente, la tercera, la más impresionante y aterradora, la infibulación, también conocida como mutilación faraónica, en donde se extraen el clítoris, los labios menores y labios mayores para posteriormente coser los dos lados de la vulva herida, dejando solamente un pequeño orificio para la salida de la sangre menstrual y de la orina.  El riesgo de infecciones por las heridas ocasionadas al momento de aplicar los cortes en la infancia, se incrementa en el matrimonio, cuando la mujer nuevamente es cortada por el esposo para consumar el acto sexual.  

-No solo los pueblos indígenas practican esta tradición -  Me dice enérgicamente Eunice. 

De hecho, más del 50% de las mujeres africanas, han debido enfrentarse a esta tortuosa experiencia y también mujeres en Asia e incluso, se conocen muchísimos casos de mujeres africanas que habiendo emigrado a países de Europa y Norteamérica, siguen practicando la ablación.  En Sur América, hace cerca de dos años salió a la luz el caso de las mujeres Embera Chamí, un pueblo indígena en Colombia quienes llevan a cabo ésta práctica.  Se conocen múltiples argumentos para justificar la MGF, uno de los cuales, supuestamente, es el rito de iniciación de niñas a mujeres, aunque cada vez más, niñas de tan solo cinco años de edad, son sometidas a este martirio.  Otras razones están estrechamente relacionadas con la protección de la virginidad para garantizar que las niñas o mujeres a las que se les practica la MGF puedan casarse,  también se tiene la creencia de que una mujer “ablada”  nunca será promiscua, y principalmente se justifica a través de radicalismos religiosos islamistas, aunque según algunas investigaciones, ésta práctica ni siquiera exista en el Corán, por lo cuál carece de fundamentos en este sentido.

Los Ilchamus, practican la mutilación del clítoris, o como se conoce médicamente, clitoridectomía.  Eunice me cuenta que en el pueblo Ilchamus,  casi el 90% de las mujeres, ha tenido que atravesar por este proceso, aunque ahora se esté intentando reducir por medio de campañas.  Conoció mucha información de primera mano durante el Programa de la OACNUDH como becaria, sin embargo, a su regreso, aproximarse a la comunidad para hablar de esta problemática, no ha sido tarea fácil, sobre todo, cuando de convencer a las mujeres se trata, ya que hay una profunda creencia de que si no son cortadas o intervenidas, perderán la oportunidad de casarse y tener familia.  Por otra parte, ha tratado de convencer casi personalmente a las mujeres que tienen hijas en edades en las que se les practica la mutilación, de igual forma, se han iniciado programas con las mujeres que practican los “cortes” para llevar a cabo las mutilaciones, ya que éstas son consideradas casi como autoridades en la materia por lo que gozan de mucho respeto por sus conocimientos.  Las campañas también han sido dirigidas a los hombres Ilchamus, quienes se niegan rotundamente a casarse con mujeres que no han sido mutiladas.   

Gracias a las maniobras puerta a puerta que Eunice ha venido adelantando, así como a la intervención de otras organizaciones de mujeres, derechos humanos, y organismos internacionales como El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA por sus siglas en Inglés), varias niñas Ilchamus se han rehusado a que se les aplique la “tradición”, sobre sus cuerpos.  Una de las estrategias que Eunice ha utilizado, es la de convencer a los padres de la necesidad de que sus hijas vayan a la escuela secundaria y luego a la universidad, para lo cual ha logrado, al menos en su pequeña comunidad, la posibilidad de patrocinios para que estas niñas puedan continuar con su educación. 

Eunice vuelve a tomar un sorbo de agua y comienza a recordar en voz alta cuando ella tuvo que huir de su comunidad para no ser mutilada.  Su padre y su madre, al igual que otros miembros de la familia, comenzaron a decidir cuando se le aplicaría la práctica a Eunice, planeaban quien lo haría, para lo cual llamarían a una de las mujeres que es una gran autoridad en el oficio de la ablación.  Ella, llena de pánico, decide huir cuando apenas tenía nueve años.  – Fui rescatada en mi huida por la iglesia- dice, en donde con el apoyo de una misión, pudo continuar con sus estudios.  Después de cinco años, extrañaba a su familia, al punto que no podía dormir e incluso contrajo una enfermedad espiritual, lo que la obligó a regresar a buscar a su padre para pedirle perdón por haber escapado.  Ella, amaba a su padre, quien finalmente la recibió,  a pesar de su negativa para someterse a tan desmedido suplicio. 

Luego, apareció su esposo, un hombre también de su comunidad, que había tenido la oportunidad de ser el primero en terminar sus estudios universitarios.  Su pensamiento acerca de la mutilación genital femenina que practicaban en su pueblo, era totalmente opuesto al de la tradición.  Quería casarse con una mujer Ilchamus a la que no le hubieran arrancado el clítoris, sin embargo, sabía que no le sería tan fácil y que posiblemente tendría que esperar mucho tiempo, o quizás, casarse con una mujer de otra comunidad, de otro pueblo, o de otra cultura. 

Eunice se ríe, y mientras me dice que para su comunidad, es inconcebible que una mujer que no ha sido circuncidada consiga marido, lo es más aún que quede en embarazo.  Sin embargo, primero Eunice anuncia en su comunidad que se va a casar, además con un hombre Ilchamus como ella.  Eunice quería que su boda fuera lo más tradicional posible, por lo cual, muchas mujeres en la comunidad le exigían que debía ser “ablada” para poder proceder con su casamiento.  Consideraban que Eunice desafiaba los peores males para toda la comunidad si ella se casaba sin someterse a la ablación.  Sin embargo, pasando por encima de todos los malos pronósticos, Eunice se casó.  – ¡Ah!, pero si ella con clítoris pudo casarse, ¿por qué no otras también pueden hacerlo? – sonríe mientras me cuenta lo que decían algunas mujeres, especialmente las más jóvenes.  Luego, quedó embarazada y volvieron los comentarios en su contra, la acusaban de ser portadora del hijo de los malos espíritus, trataban de aterrorizarla diciéndole que se moriría junto con su hijo por no haberse dejado arrancar el clítoris y que una desgracia incontrolable caería sobre la comunidad si ella no accedía a la mutilación.  Si se moría un animal, era culpa de Eunice, si se secaba la cosecha, era culpa de Eunice, si llegaban los Pokot con sus sangrientas guerras a pelear por las tierras, era culpa de Eunice, todo lo malo que pasaba, era por Eunice y su vagina con clítoris.  Sin embargo, su primer parto no tuvo contratiempos, fue de gemelos.  –¡Ah!, pero miren, no solo se casó, sino que también quedó embarazada y además, pudo parir no solo un hijo, sino gemelos –  Decían las mujeres en su comunidad y la bola empezó a regarse entre otras mujeres Ilchamus.   Ahora Eunice tiene un hijo y dos hijas, a las cuales por supuesto, no permitirá que se les practique la MGF.

La experiencia de coraje y valor de Eunice, ha abierto la mente especialmente de las niñas en edad de aplicación de la práctica, sin embargo, por otra parte, también ha sido discriminada especialmente por algunas de las mujeres Ilchamus más tradicionales, quienes la consideran una mujer sucia, impura.   Su propia hermana, se negaba a dormir con ella en la misma cama e incluso en la misma habitación por temor a ser contagiada por la desgracia. 

Pero para Eunice, la desgracia de las mujeres Ilchamus, no está representada únicamente en la MGF.   Ella considera que la violencia doméstica es dramática y casi incontrolable, porque las mujeres no tienen más opciones sino dejarse golpear por los maridos, quienes actúan sobre ellas como si fueran sus propiedades.  –La cultura tiene cosas muy bonitas de las cuales me siento muy orgullosa – Eunice adora sus vestidos, sus artesanías, su territorio, la forma en que se solucionan los conflictos, la técnicas con las que se construyen las viviendas, sin embargo – la cultura también puede ser muy negativa y eso no significa que seamos las mujeres las que tengamos que soportarlo -.  Eunice está convencida de que el éxito del cambio es la educación, ya que muchas mujeres no saben si es bueno o malo defenderse de los maridos violentos, así como muchas madres que practican la MGF a sus hijas, tampoco saben de los grandes riesgos a que las someten.  Las mismas respetables mujeres que llevan a cabo los cortes del clítoris, por unos cuántos dólares, desconocen los riesgos de la práctica.   

Por otra parte son más bien pocos los esfuerzos que en este sentido, hace Kenia como Estado para garantizar los derechos de las mujeres, a pesar de haber ratificado la Convención para la Eliminación de Todas las formas de Discriminación en contra de la Mujer – CEDAW.  Son las mujeres indígenas en Kenia, las más vulnerables y empobrecidas. 

En su tarea diaria de motivar a las mujeres Ilchamus, Eunice Santawan Leparillo, piensa también que la independencia económica es fundamental para cambiar los patrones de control y opresión al interior de las comunidades, por lo que sueña con intercambios culturales entre mujeres indígenas de otros pueblos y lejanos continentes.

Eunice Santawan Leparillo, envía un mensaje a las mujeres indígenas de Latinoamérica para que sigamos luchando, para que nunca abandonemos la cultura y contribuyamos al mejoramiento y la preservación de la misma,  también hace un llamado para que nuestras luchas como mujeres indígenas en aras de exigir la garantía de nuestros derechos, tanto al interior de nuestras comunidades como ante el Estado, sean enérgicas y permanentes, sin que esto represente fracturas irreparables en nuestros órdenes sociales o culturales.  Finalmente Eunice, se refiere a la necesidad de encontrar alternativas ante las contradicciones culturales que producen violencia en contra de las mujeres. 

Cuando hablar de violencia se trata, desde las voces de pueblos indígenas y en particular de las mujeres indígenas, representa profundas reclamaciones conceptuales y metodológicas.  La mayoría de los estudios que han sido realizados por organizaciones indígenas, valga la pena decir, en su mayoría mixtas y en donde los cargos de dirección están en manos de los hombres, siempre se orientan a analizar la violencia en contra de las mujeres indígenas que proviene de parte de factores externos.  Sin embargo, iniciar debates sobre la violencia en contra de las mujeres indígenas derivada de patrones considerados como culturales y ancestrales, es casi inconcebible, lo que se convierte en el mayor desafío al que nos enfrentamos las mujeres indígenas en el mundo.  No todo lo que ha sido bueno en el pasado, ni lo que ha sido considerado inquebrantable y estrictamente necesario para reclamar pureza,  identidad cultural o la conservación más pura de las tradiciones, significa que tenga que ser bueno para el presente o para el futuro, especialmente de las mujeres indígenas, por eso, hoy en día, nuestras luchas para exigir respeto e igualdad especialmente al interior de nuestras propias comunidades y pueblos, son más vigentes que nunca.


25 de noviembre de 2011
Berna, Suiza






* Karmen Ramírez Boscán, su nombre tradicional es Wayunkerra Epinayu.  Indígena Wayuu del Clan Epinayu. Escritora. Activista de los derechos de las mujeres indígenas y de los pueblos indígenas.  Epaya’a Miou (Consejera Mayor) - Delegada para Relaciones Internacionales de la Sütsüin Jiyeyu Wayuu – Fuerza de Mujeres Wayuu, organización de la cuál es fundadora.  Editora para Centro y Sur América del www.indigenousportal.com y del www.notiwayuu.blogspot.com




Enviado por:  www.indigenousportal.com 

Aug 14, 2011

De mujeres “abolilladas” y otros puñetazos

Por:  Wayunkerra Epinayu
Karmen Ramírez Boscán*

Confieso, que reflexionar acerca de lo que ha sucedido esta semana relacionado con los golpes que ha propinado el director técnico de la Selección Colombiana de Futbol, Hernán Darío “El Bolillo” Gómez, en contra de una mujer anónima para el mundo, en lo personal, me ha desconcertado, no solo por la gravedad de los hechos ocurridos, sino también porque han reaflorado sentimientos que debieran estar sanados. 

Cuando me enteré por las noticias que, en la distancia, intento leer todos los días para permanecer al tanto de lo que sucede en Colombia, no pude evitar llenarme de indignación.  Tampoco pude evitar que miles de sentimientos encontrados volvieran a hacerme reflexionar sobre las múltiples facetas de la violencia en contra de las mujeres.  En éste país lamentablemente, ni gran parte de la sociedad, ni mucho menos las instituciones del estado que supuestamente debieran atender la problemática en este sentido,  están preparadas para afrontar lo que esta dramática realidad significa, pese a la gran labor de visibilización que, sobre la violencia en contra de las mujeres, han llevado a cabo las organizaciones de mujeres y feministas en Colombia. 

Sobre el tema, quisiera empezar refiriéndome a la necesidad imperante de los hombres de salvar toda su responsabilidad, cuando ejercen actos criminales, como estos.  Sí.  Para los hombres maltratadores, es absolutamente fácil que, después de haber utilizado, agraviado, ofendido, insultado, golpeado, calumniado,  y quien sabe qué miles de cosas más, a una mujer, simplemente,  con el arrepentimiento y las disculpas oficiales, o para el caso más judeocristiano, el pedir perdón, se pretenda que todo quede saldado, además de olvidado, para hacer de tripas corazón y borrón y cuenta nueva.  Por supuesto, vale la pena decir que, de hecho, muchos hombres que ejercen cualquier tipo de violencia en contra de las mujeres, claman por no ser llamados o juzgados como maltratadores de mujeres por hechos, ellos mismos sostienen, que han sido producidos por la ira o el alcohol, lo que a su vez, los empuja, involuntariamente, aunque en ocasiones logren perder la razón,  a propinar algunos moretones a la mujer agredida.  Por eso los hombres que han ejercido cualquier tipo de violencia en contra de cualquier mujer, reclaman, que no son ningunos Bolillos. 

Seguido a los actos de violencia perpetrada en contra de una mujer, germinan inmediatamente los hombres que encubren o justifican estos delitos tal como es el caso de Cesar Augusto Londoño, quien por su cuenta en Twitter, se atreviera a decir que las acusaciones en contra de El Bolillo, eran falsas ya que él podía dar fe de que el director técnico se encontraba con él, en el momento de ocurridos los hechos.  Aparecen los Higuita que defienden a capa y espada a los pega mujeres, dedicándose a hacer campañas en favor del victimario.   Sin embargo, lo más injusto y ofensivo, y de esas, tristemente debo decir, conozco bastantes,  es que aparezcan mujeres como la Senadora Liliana Rendón, limpiando a toda costa el nombre del maltratador, y lo que es más grave, acusando no solo a la víctima, mujer anónima para este caso, sino a todas las mujeres, a esas miles de “mujeres abolilladas”, para convertirlas en las responsables de las acciones insólitas que llevan a hombres honorables, respetables y casi santos, a maltratar, calumniar y golpear a una mujer.

La  sociedad, en todo este maquiavélico contexto, entra también a jugar su partido. Los familiares de la víctima y del maltratador, los amigos cercanos, los vecinos, o incluso  para el caso del Bolillo Gómez, el país entero, sostienen opiniones divididas frente a los casos de violencia contra las mujeres. Lamentablemente, gran parte de la población, siempre considerará que las mujeres somos celosas, locas, mitómanas e incontrolables.

La realidad en el contexto colombiano, es que las mujeres insultadas, maltratadas, golpeadas, humilladas, esas “mujeres abolilladas”, muchas veces temen denunciar precisamente por la confusión de emociones que estas situaciones producen, pero sobre todo, por el temor a enfrentar éstas realidades debido a las graves secuelas sicológicas que les genera la violencia en su contra, sin mencionar que, en el contexto colombiano, la ausencia de medidas de protección que garanticen que sus agresores no las volverán a violentar después de denunciar, las cuales son inexistentes. A esto se suma otra desastrosa situación y es la de enfrentarse a  los funcionarios públicos quienes, supuestamente, debieran dar soluciones a una situación de violencia en contra de una mujer, pero por el contrario, en muchísimos casos, desde las instituciones encargadas de garantizar que estos hechos sean juzgados y no se repitan, también culpan a la víctima, ofreciéndole soluciones que causan impotencia, además de vergüenza, frente a los delitos que una “mujer abolillada” se atreve, con gran dificultad y a pesar de su cobardía, a denunciar. 

Con éste caso, pienso que miles de mujeres en Colombia, se debieron hacer la misma pregunta que yo me hago aún hoy, varios días después del incidente:  ¿Qué lleva a una mujer como la Senadora Liliana Rendón a considerar que un golpe o cualquier otro tipo de violencia que se produzca en contra de una mujer, puede justificarse desde la incitación que pueda provocar la víctima misma para que sea castigada por su agresor?.  Considero que Liliana Rendón, es bastante ignorante de las luchas de las mujeres en el mundo, que además no alcanza a comprender por completo que, el hecho de ser feminista, no significa que se esté luchando por controlar las posiciones de los hombres o por ser machos igual a ellos; al mismo tiempo, una mujer como ella, se niega a reconocer por completo que las feministas, e incluso las femeninas, como ella misma se declara, han luchado de todas las formas por la igualdad y la dignidad de las mujeres que han sido, una y otra vez, a lo largo de la historia, socavadas, menospreciadas y ridiculizadas, por el simple hecho de pretender defender nuestros derechos. 

A la Senadora Rincón, en lo personal, no la responsabilizo de su ignorancia, ya que ella no está obligada a ser una experta en cuestiones de género o de mujeres, sin embargo,  siendo ella misma mujer, y sobre todo cuando ostenta el cargo de senadora de la República, ella sí que tiene al menos la obligación de saber que, en Colombia, desde el 4 de diciembre de 2008, existe la Ley 1257 por la cual se dictan normas de sensibilización, prevención y sanción de formas de violencia y discriminación contra las mujeres, aunque aterradoramente,  en Colombia, hacer valer la ley sea una alucinación, ya que la impunidad es el plato fuerte de todos los días.

La Ley 1257 de 2008, en su artículo primero enfatiza su objeto, que no podría ser otro distinto al de garantizar que ninguna mujer, sufra violencia en su contra, tanto en el ámbito público como en el privado (Art.1º).  También la Ley define la violencia en contra de la mujer en su Artículo 2º y en su Articulo 3º se contemplan los daños causados a una mujer los cuales pueden ser 1)Daño Sicológico, 2)Daño o Sufrimiento Físico, 3) Daño o sufrimiento sexual y 4) Daño patrimonial.  En total, la Ley contempla VIII capítulos con 39 artículos.  Al desatarse el caso del Bolillo, mucho se ha hablado sobre la muy famosa Ley 1257 de 2008, pero de lo que poco se ha comenta es de su absoluta inoperancia y aquí, me permitiré relatar, sin nombres, cuatro de muchos de los casos nos llegan a la organización.  De los casos que hablaré a continuación, hemos intentado medianamente hacer la documentación de los hechos, los cuales precisamente hemos intentado leer desde la relación que éstos tienen con el Art.3º de la Ley:

1)    1)  Sobre el daño Sicológico y físico:  Hechos ocurridos en agosto de 2011.  Una mujer Wayuu de 21 años, fue golpeada por su padre quien, valga la pena mencionar, ha sido un hombre violento toda la vida.  También golpeó en la misma fecha a su madre a quien ha violentado física y sicológicamente durante los más de 22 años que llevan juntos.  Evidentemente, la mujer Wayuu de 21 años, está bastante perturbada emocionalmente y teme por la seguridad de su madre y la suya misma.  Al acudir a la organización, le aconsejamos que debía denunciar lo sucedido, para lo cuál acudimos al ICBF – Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, en donde no la atendieron por no ser menor de edad, sin embargo le sugirieron interponer una denuncia ante la Fiscalía del municipio de Maicao, en donde, en primer lugar le manifestaron que pensara bien en si quería denunciar porque, su madre y ella no habían sido golpeadas por alguien desconocido, sino por su padre y en segundo lugar, no le recibieron la denuncia por tratarse de un caso menor.  La Fiscalía del municipio de Maicao, al final, desconoció y evadió la denuncia de la mujer Wayuu de 21 años.

2)    2)  Sobre daño sicológico:  Hechos ocurridos en junio de 2011.  Una mujer Wayuu es amenazada por su ex compañero sentimental con quitarle su hijo.  Durante meses, la amenaza con ir a las autoridades para denunciarla como desquiciada, para poder pelear la custodia de su hijo.  El ex compañero, le exige que deje a su hijo con la abuela paterna.  La mujer Wayuu de 26 años, asustada accede a dejar por un tiempo a su hijo con la abuela paterna, sin embargo, las presiones por parte del ex compañero continuaron.  Al acudir a la gestión de apoyo de la organización, la mujer Wayuu de 26 años, decide presentar el caso ante el ICBF – Instituto de Bienestar Familiar de Riohacha, en donde le manifiestan que, casos como esos, en donde se involucran indígenas Wayuu, no pueden ser atendidos por esa institución, con el argumento de que los indígenas tienen sus propias leyes, las cuales el ICBF como institución del Estado, respeta y acata.  Le sugirieron acudir a la Casa Indígena de Riohacha, a donde por supuesto la joven Wayuu de 26 años, no acudió por temor a que la información sobre sus intenciones de denunciar, fuera filtrada. 

3)    3)  Sobre daño sicológico, físico y patrimonial:  Hechos ocurridos en enero del 2010.  El compañero sentimental de una mujer Wayuu de 38 años de edad, abandona por voluntad propia la vivienda de propiedad de los dos.  Un día, sin previo aviso, el ex compañero sentimental, regresa a la casa.  Discuten y en medio de la discusión, se pelean a golpes.  Posteriormente él denuncia ante una inspección de policía que fue él el agredido por la mujer Wayuu de 38 años.  La mujer, llena de moretones en el cuerpo, decide tratarse de manera tradicional y prefiere no denunciar por vergüenza, sin embargo un día que regresa a la casa, el ex compañero sentimental había cambiado todas las cerraduras de las puertas para evitar, a toda costa, que ella ingresara a la vivienda de propiedad de los dos. La mujer Wayuu de 38 años, decide denunciar ante la Fiscalía de Valledupar en donde le manifiestan que ellos no pueden hacer que el excompañero sentimental le devuelva la casa.  Le aconsejaron que lo mejor que ella podía hacer, era pedir ayuda de sus familiares para que pudiera dormir en la casa de alguno de ellos.  Posteriormente, la mujer Wayuu de 38 años, decide acudir a la Defensoría del Pueblo de Valledupar, en donde le asignaron una abogada de oficio, que nunca la representó, lo que la obliga a presentar el caso ante varias instancias entre las cuales podemos mencionar, ICBF, Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer, y finalmente, a la Defensoría Delegada para los Derechos de la Niñez, la Juventud y la Mujer.  En ninguna de las instituciones a las que acudió, la mujer Wayuu de 38 años de edad, pudo encontrar apoyo para recuperar su casa, además su caso, nunca fue atendido y nunca recibió respuesta alguna, pese a  la interposición de varios derechos de petición.  La mujer Wayuu de 38 años, estuvo viviendo en casas de amigos y familiares por cerca de 8 meses sin que su caso fuera resuelto.  Vale la pena mencionar que el agresor que causó daño físico, sicológico y patrimonial, aún sigue trabajando en la Defensoría del Pueblo de la ciudad de Valledupar. 

4)   4)   Daño sicológico:  Hechos ocurridos en marzo del 2011.  Me permito para éste caso, nombrar a  la víctima, ya que su situación ha sido difundida medianamente en los medios de comunicación locales.  La mujer Wayuu Yaneth Suárez Epiayu de 20 años de edad, es abandonada por su compañero Luis Ocando, cuando ella tenía 29 semanas de gestación.  Según algunos de sus familiares, a Yaneth Suárez Epiayu, se le adelantó el parto, pero según las versiones de los medios de comunicación y los médicos, ella intentó “asesinar” con un cepillo de dientes, a su hijo, que aún no había nacido.  La mujer Wayuu Janeth Suárez Epiayu, según los medios  de comunicación ha sido judicializada por asesinato de un menor.  El proceso en su contra, aparentemente lo lleva el ICBF – Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. 

Con el sumario de casos anteriores, en primera medida se evidencia la violación de varios derechos fundamentales, así como otros derechos económicos sociales y culturales, contemplados no solo en la legislación colombiana, sino también en varios instrumentos internacionales.  Ciertamente, los hechos relatados, los cuales han ocurrido en el 2010 y 2011, hubieran podido ser manejados desde las perspectiva que contempla la Ley 1257 de 2008, la cuál, se supone, entró en vigor un año después de su aprobación en el Congreso de la República, es decir en diciembre 4 de 2009.  Con los hechos anteriores, se demuestra que  las autoridades claramente incumplieron con su obligación de atender y dar respuesta a la violencia que pretendieron denunciar las víctimas, sin embargo las instituciones involucradas, no tuvieron la voluntad de atenderlas, ni siquiera fueron capaces de plantear una solución, minimizaron el problema, pusieron a las víctimas en un nuevo riesgo, fomentaron la impunidad y con ello también, la repetición de los hechos.  Las víctimas, quienes han terminado por ser revictimizadas, se enfrentan a los casi inexistentes esfuerzos que el Estado Colombiano ha realizado para remediar la situación de violencia en contra de las mujeres.   Adicionalmente a esta situación de inoperancia institucional, se suma la ausencia absoluta para la toma de medidas que tengan en cuenta el manejo diferenciado de los casos, ya que no se tiene en cuenta la identidad étnica o cultural, ni mucho menos, su posición de vulnerabilidad ante la sociedad. 

Hartos Higuitas e incontables Lilianas Rincón, han aparecido en todos los casos.  También aparecen aquellos que quieren condenar y proceder con todo el rigor de la ley en contra de los Bolillos, sin embargo, la situación de éstas 4 mujeres Wayuu, por supuesto, sigue impune, tal y como siguen impunes e invisibles, la de miles de mujeres abolilladas, no por un personaje público, sino por toda una sociedad insensible e indiferente ante la violencia de cualquier tipo, que se ejerza en contra de las mujeres.  Es incuestionable que los procesos judiciales deben llevarse a cabo en contra de quienes cometen los actos violentos, pero más allá de las penas o condenas que se puedan procurar para castigar a los violentos en contra de las mujeres, se necesita un cambio substancial para desenraizar la cultura de la violencia. No hablamos aquí, entonces, de una mujer abolillada, sino de muchas mujeres abolilladas que, sin importar pertenencia étnica, estatus social, color, religión o ubicación geográfica, nos vemos atacadas, no por un Director Técnico, sino por la misma humanidad, que continua replicando patrones permisivos de la violencia contra las mujeres. 

Las mujeres abolilladas, no podemos seguir indiferentes, debemos romper el silencio para continuar demandando dignidad, respeto e igualdad, pero sobre todo, debemos exigir que nuestro derecho a no ser violentadas sea garantizado. A esto debemos agregarle nuestros propios esfuerzos como mujeres organizadas o incluso no organizadas, promoviendo la consolidación y construcción de redes de apoyo y solidaridad, las cuales permitirán de una u otra manera, al menos en el espacio espiritual y más íntimo, discutir desde la perspectiva de las mujeres, sobre una problemática que, permanece invisibilizada para el caso de las mujeres en general, y tan desconocida para el caso de las mujeres indígenas que pareciera que no existiera.

No puedo evitar sentir indignación ante la realidad de todas las mujeres, sean indígenas, negras, mestizas, mulatas, gitanas o blancas, que hoy por hoy, desconocen sus derechos.  Pero también siento vergüenza, por los miles de colombianos y colombianas, que ante los hechos de violencia en contra de las mujeres, o que ante las miles de víctimas del conflicto armado interno que ha cobrado esta guerra absurda, son inmutables e insensibles.   Mientras tanto, esa misma sociedad indiferente a la absurda violencia, se carcome las uñas frente a un televisor para ver el fútbol de un equipo que, se pretende, sea dirigido por el hombre al que los puños, le saben a Bolillo. 

Finalmente quiero mencionar que, cuando una mujer reclama no ser engañada, vilipendiada, traicionada o humillada, no está solicitando las reacciones brutales de las sociedades basadas en ordenes patriarcales que no entienden que, precisamente, las relaciones entre hombres y mujeres, están fundamentadas en el respeto y el entendimiento del otro, pero igualmente en la responsabilidad de los individuos. En una relación, entre un hombre y una mujer, reclamar honestidad, respeto y dignidad, no significa que, como displicentemente dijo la Senadora Rincón, yo como mujer “joda mucho”, respeto, es lo mínimo que puedo recibir por el simple hecho de decidir a voluntad y honestamente el involucramiento con un hombre. 

Siguen siendo tiempos difíciles para nuestras luchas como mujeres, pero aún así, las mujeres abolilladas tenemos la obligación de hablar fuerte, no podemos seguir indiferentes o en silencio.  ¡Basta ya de maltratos!


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* Wayunkerra Epinayu (Karmen Ramírez Boscán).  Indígena Wayuu del Clan Epinayu.  Epaya’a Miou (Consejera Mayor) - Delegada para Relaciones Internacionales de la Sütsüin Jiyeyu Wayuu – Fuerza de Mujeres Wayuu.  Escritora. Activista de los derechos de las mujeres indígenas y de los pueblos indígenas. 
Berna, Suiza
23:50

Jul 7, 2011

Las mujeres del FMI y el perjudicado incauto

Por:  Wayunkerra Epinayu (Karmen Ramírez Boscán)


Hace tiempos que no tenía en mis manos un periódico en español desde que vine a Suiza en junio de 2011.  Entonces, la semana pasada, un día que pasé por Bahnhof,  la estación de trenes de Berna, me di cuenta que había una “peridioquería” en donde venden, obviamente periódicos, en varios idiomas.  Intenté buscar periódicos de America Latina, pero desafortunadamente no los hay, así que compré “El País” de España.  Vaya sensación tan divina:  el olor, la textura, los colores del tabloide, abrir sus páginas, y ¡leer en español!, en fin.  En todo caso, no es del periódico y las sensaciones que produce éste en las personas, de lo que quiero hablar hoy, sino más bien de algunas noticias que se incluían él, las cuales me atrajeron para escribir esta nota. 

Y bueno, mi anotación tiene que ver con la forma de transmitir las noticias.  Después de haber estado en Canadá por cerca de dos meses estudiando sobre derechos de las mujeres con personajas de la talla de Alda Facio, de lo cual me siento absolutamente privilegiada, es definitivamente imposible leer los periódicos como lo hacía antes.  Ya no puedo ser  tan desprevenida, y aunque siempre he tratado encontrar en las noticias los enlaces acerca de como afectan éstas a las mujeres indígenas o a los pueblos indígenas,  pues mis observaciones, muchas veces me impidieron hacer análisis más profundos sobre ciertos temas particularmente relacionados con las mujeres, ya que he estado más concentrada en temas que afectan a los pueblos indígenas en general, por aquello de la unidad de la lucha

Advierto que, no es que ahora sea yo una analista sobre el tema, porque puede prestarse para malas interpretaciones de personas que, cuando entran a mi blog, solo lo hacen por el placer de reír o despotricar, o lo que es peor injuriar anónimamente, sobre lo que, desprevenida o convencidamente, escribo.  Pero no, de ninguna manera mis intenciones son ahora las de volverme una experta en estas materias, aunque no puedo evitar escribir sobre las sensaciones que me ha producido la primera página de “El País”, del 6 de julio de 2011, para compartirlas con quienes quieran y con quienes no quieran, también.   

En “El País”, entonces, en la primera página del miércoles pasado, se ve a una mujer alta, de cabellos cortos y canos, bastante madura, impecablemente elegante, un poco autoritaria, y sobre todo, feliz.  En pocas palabras, se ve absolutamente radiante y triunfante.  La foto de ésta mujer, cuidadosamente ubicada en el centro de la edición, pareciera darle el equilibro perfecto a la misma. Ella es Christine Lagarde, mujer, que por supuesto era más bien desconocida para mi (recuerden que no soy ninguna experta), pero quien ahora es, como dice la diminuta nota debajo de la monumental imagen que apareció el miércoles pasado en el periódico: “La primera Mujer en la Cúspide Financiera Mundial”, es decir, Lagarde, es ahora la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, a quien valga la pena decir, el organismo, le ha condicionado de entrada su proceder, de manera que, a la ex Ministra de Economía de Francia, se le ha advertido que debe mantener un comportamiento apropiado e impecable, enmarcado en los más altos modelos éticos, además de evitar “cualquier apariencia de conducta inapropiada”. 

Lo que me llamó la atención de ésta noticia es como, después del escándalo del exdirector del FMI, Dominique Strauss-Kahn quien hace unos meses,  obligara violentamente a una mujer americana-guineana a practicarle sexo oral en un hotel de Nueva York e intentara abusar sexualmente de ella, sea precisamente, una mujer a la que se nombre para el cargo de dirección del FMI, por supuesto con condiciones de comportamiento.  Entonces mientras Strauss-Khan es esperado por el partido socialista francés, al cuál éste pertenece, con esperanzas de que sea definitivamente absuelto del juicio que se ha iniciado en Nueva York en su contra, por acosador y viejo verde,  para postularlo como candidato presidencial de éste país, por otra parte, Lagarde, tiene prohibido echarse una cana, de todas las que tiene,  al aire. 

Yo me pregunto, ingenua y desprevenidamente, cómo un organismo como el Fondo Monetario Internacional, el cuál ha sido pensado absolutamente desde la mirada patriarcal del poder económico, y el cual además ha sido ampliamente cuestionado por sus procederes, especialmente por los endeudamientos forzosos de los países del tercer mundo (para lo cual hay que recordar a la Argentina de finales del 2001), exige, a la primera mujer que tiene el cargo de directora en este escenario, un comportamiento ejemplar. Lagarde, es presentada entonces, por el FMI como la ficha femenina que permitirá limpiar la imagen de los escándalos provocados por Strauss-Kahn, y entonces otra pregunta se me viene a la cabeza,  por qué, el FMI, teniendo unos escándalos que pesan a toda la humanidad, como la crisis financiera mundial que se avizora, por ejemplo,  en vez de exigir conductas apropiadas a la mujer que lo dirige desde la semana pasada, no decide cuestionar sus propias conductas. 

Estratégicamente, el Fondo Monetario internacional, ha elegido a una mujer impecable, al menos físicamente, porque en todo caso la perfecta apariencia de Christine Lagarde no le quita lo neoliberal;  para limpiar la mala imagen que, un tipo acusado de varios intentos de violación, en múltiples lugares y tiempos, ha dejado en las primeras páginas de los diarios internacionales.

Y precisamente volviendo a las páginas principales de los periódicos, para el caso de “El País” del 6 de julio de 2011, incomprensiblemente, en la esquinita superior izquierda de la primera página, se observa la pequeña fotografía de otra mujer.  Esta imagen, corresponde a la de una mujer joven, despelucada, un poco desconcertada, desprevenida y hasta asustada, acompañada de un titular, diminuto también, que dice:  “El ‘caso Strauss-Kahn’ salpica al socialismo galo”.  La mujer de esta pequeña foto, no es otra sino la de la periodista y escritora francesa Tristan Banon, quien ha entablado otro de los juicios en contra del Ex Director del FMI, también por intento de violación en su contra, por hechos que ocurrieron diez años atrás,  cuando Strauss-Kahn tratara de abusar sexualmente de ella,  en uno de sus apartamentos en Paris. 

Mientras a Christine Lagarde se le despliegan todas las noticias con bombos y platillos para recuperar y enaltecer la imagen del FMI después que 23 hombres la eligieran como el reemplazo de Strauss-Kahn, a Tristan Banon, solo se le despliegan noticias en las que se cuestiona su veracidad de los hechos que denuncia ante los tribunales parisinos. 

Entretanto, la denunciante americana-guineana, ahora aparece como la mentirosa de la película por supuestas inconsistencias en sus testimonios, según la Fiscalía que lleva su caso, por lo que Strauss-Kahn ha sido puesto en libertad, al mismo tiempo que de manera muy sutil, los medios de comunicación dan a entender que  un enredijo de mentiras fue tendido en contra del pobre incauto,  para que éste cayera en una trampa desplegada por los intereses de opositores políticos de las próximas elecciones presidenciales en Francia, donde el partido socialista insiste que lo quiere como candidato presidencial, a pesar de los escándalos. 

Pero claro,  un intento de violación, no es lo mismo que una violación, y una mujer, en una sociedad que se siente amenazada por el “hembrismo”, como lo advierte Elvira Lindo, también en el mismo periódico en su artículo titulado ”El Héroe”, siempre va a defender la posición que más favorezca a cualquier hombre de poder. 

Bastante irónico que desde los escenarios más íntimos a los más públicos, ante cualquier escándalo de violencia en contra de las mujeres, sean las mismas  mujeres al poder, quienes tienen la tarea de  mejorar la imagen que dejan los hombres mentirosos, traicioneros, abusadores y mujeriegos.  Pobres hombres,  quienes al final se convierten en las víctimas inocentes, del hembrismo desenfrenado, frente a las acusaciones de mujeres explosivas, pasionales, celosas y seguramente, con sed de venganza. 


Notas de reflexiones inspiradas en las lecciones de Alda Facio durante el Programa sobre Derechos de las Mujeres del WHRI de la Universidad de Toronto en Canadá. En uno de mis múltiples viajes por el mundo.




6:30 pm
B,S




Jul 1, 2011

TLC Colombia – Suiza: Papaya para las multinacionales

Por:  Wayunkerra Epinayu (Karmen Ramírez Boscán)ð

Recientemente cientos de organizaciones colombianas y solidarias en el mundo, se han manifestado en contra del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos debido a la desastrosa situación de derechos humanos en nuestro país, especialmente la que afecta a los sindicalistas y defensores de derechos humanos. Sin embargo,  mas bien poco, por no decir nada, es lo que desde las organizaciones de la sociedad civil, se ha hablado sobre el TLC Colombia – Suiza, el cual fue negociado desde el 2006, aprobado, de manera solapada y amañada, durante el gobierno de Uribe en el año 2009, y el cual ha entrado en vigor el 1º de julio de 2011 con la venia del presidente Juan Manuel Santos.

Mientras los demás acuerdos de libre comercio, han sido rechazados en diferentes instancias de los gobiernos correspondientes, en Suiza, en el año 2009, la entonces Ministra de Economía y la actual Ministra de Energía y Tránsito de ese país, Doris Leuthard, justificaba vehementemente ante la Primera Cámara del Parlamento Suizo (Conseil National), cómo un acuerdo de libre comercio de tal magnitud entre los dos países, contribuiría trascendentalmente a reducir la pobreza, ya que éste motivaría un desarrollo económico extenso, el cual a su vez, ayudaría a aliviar la dramática situación de los derechos humanos que se vive en Colombia.

El TLC Colombia-Suiza, propone como primera medida una base de seguridad jurídica para los inversionistas, lo cual ha sido afirmado por el presidente Juan Manuel Santos, no solamente en múltiples escenarios internacionales, como en la pasada 41ª Sesión del  Foro Económico Mundial, realizado en enero de 2011, en Davos, Suiza, en donde el primer mandatario se reunió con la presidenta de éste país, Micheline Calmy-Rey, para acordar los pormenores que permitirían a los dos países, hacer entrar en vigencia, de manera provisional, dicho acuerdo.  El presidente Santos, también ha mostrado cómo, a través de el Plan Nacional de Desarrollo y su política de minas, va a ser mucho más fácil para las multinacionales suizas, invertir en Colombia,  las cuales además obtendrán en concesión los territorios, especialmente los de los pueblos indígenas,  para explotar cualquier tipo de productos minerales. 

Para lograr que la inversión de Suiza crezca de manera segura en Colombia, el TLC elimina hasta en un 85%, y en algunos casos hasta el 100%, de cualquier impuesto o gravamen, que se debiera pagar por la importación  de productos comerciales incluidos en los capítulos 25 al 97 del Sistema Armonizado de Designación y Codificación de Mercancías, los cuales se refieren a productos agrícolas básicos y procesados, productos de la pesca y otros productos marinos, productos industriales y por supuesto, armas y productos minerales, entre otros. 

Así las cosas, las inversiones suizas aumentarán notoriamente en Colombia, lo que significa que multinacionales del “prestigio” de Novartis y Roche, empresas del sector farmacéutico que han sido ampliamente cuestionadas en países como la India por haberse involucrado en conflictos relacionados con la adquisición de patentes, comercializarán todo tipo de medicamentos en nuestro país. Así mismo Nestlé, compañía conocida ampliamente por sus conflictos laborales y la apropiación indebida de recursos hídricos.  También la UBS, el mismo banco suizo que estuvo envuelto recientemente en escándalos internacionales por encubrir evasores de impuestos de Estados Unidos y Alemania, tendrá las puertas abiertas de par en par, para las y los colombianos.  De la misma manera, otras empresas como Holcim, Glencore y Xstrata, dedicadas al saqueo de los recursos naturales como el cemento o el carbón, empresas que obviamente carecen de cualquier intención que propenda la protección del medio ambiente, seguirán presentes en el territorio nacional, por supuesto, con todas las ventajas y privilegios que éste TLC les otorga. 

Mientras las multinacionales suizas obtendrán con el TLC amplia seguridad jurídica para sus contratos mineros, así como para sus patentes farmacéuticas y de semillas, los pueblos indígenas en Colombia, así como las comunidades campesinas y afrodescendientes, tendremos que seguir enfrentando la nefasta situación que  se traduce en la desterritorialización y la agudización del conflicto armado en nuestros territorios.  Derechos como los derechos laborales o ambientales, por supuesto, seguirán siendo el último renglón en la agenda de las garantías de los derechos humanos, ni hablar de los derechos colectivos, en un Estado que impuso un TLC, aprovechando la violencia y la corrupción imperantes, para asegurar jurídicamente, a multinacionales que son más conocidas por la violación de derechos humanos y la evasión de impuestos que por sus buenas prácticas.

Glencore International, apenas en mayo de 2011, en cabeza de su director ejecutivo, Ivan Glasemberg, ha decidido romper el silencio para lanzarse a cotizar en las bolsas de valores de Londres y Hong Kong, después de más de tres décadas de saqueo y especulación con los recursos naturales en todo el mundo,  cuando se mantuvo sin obligación pública alguna, evitando la  rendición de cuentas acerca de los movimientos financieros de sus operaciones.  La razón para cotizarse en la Bolsa obedece a la necesidad de aumentar el patrimonio para poder disponer, en medio de la crisis mundial, de capital suficiente que le permita seguir invirtiendo en su crecimiento financiero.   Glencore International es dueña de Xstrata, las dos multinacionales suizas que explotan carbón en el departamento del Cesar, así como también en el departamento de La Guajira en donde Xstrata, es dueña del 33.33% de las acciones del Cerrejón, la mina de carbón a cielo abierto más grande del mundo la cuál afecta, mayoritariamente el territorio del pueblo indígena Wayuu.

A todas luces, un argumento como el de la reducción de la pobreza para acabar con las violaciones de los derechos humanos, dando paso a la apertura de libre comercio entre Colombia y Suiza, es absolutamente cínico, además de hipócrita, sobre todo cuando viene de un país que, condicionalmente, es ejemplo de democracia y cooperación de ayuda humanitaria.

De ninguna manera, cualquier acuerdo en este contexto, ha sido consultado con el pueblo colombiano, ni mucho menos se ha estimado la consideración de garantizar el derecho al consentimiento previo libre e informado que nos asiste a los pueblos indígenas, de conformidad con instrumentos internacionales como el Convenio 169 de la OIT o la Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, o, nacionales como la Ley 21 de 1991, o las múltiples sentencias emitidas por la Corte Constitucional de Colombia a favor de la protección de los derechos de los pueblos indígenas y sus territorios. 

Para el caso del pueblo Wayuu, Wounmainkat, es decir, todo nuestro territorio, ha sido entregado en concesiones para la exploración y la explotación de recursos mineros.  Por su parte El Cerrejón,  ha anunciado para este año, el asesinato del único recurso hídrico de la región, el Río Ranchería, lo cual generará no solo el desplazamiento forzado de varias comunidades Wayuu, sino también un impacto nefasto a la biodiversidad y al medio ambiente, todo, en nombre de la triplicación de las exportaciones del carbón que están proyectadas para el 2015, las cuales  irán directamente a favorecer a las multinacionales suizas Xstrata y Glencore, quienes además planean una fusión, después de la inauguración de ésta última en la Bolsa de Valores.  No es casual pues, que el Ex Director de la oficina de Derechos Humanos de la Vicepresidencia de la República durante los periodos de Uribe, Carlos Franco, sea hoy, el Director de Estándares Sociales y Relacionamiento Internacional de El Cerrejón. 

Definitivamente, este acuerdo comercial solo pone en evidencia, la urgencia de corroborar un sistema en donde las inversiones son mucho más fáciles, cuando se desarrollan en territorios despojados, por lo tanto, carentes de resistencia social a los intereses económicos, muchos de los cuales se encuentran estrechamente relacionados con la extracción de recursos naturales, lo que se traduce para ese mismo sistema, en la imperante necesidad de controlar vastas áreas de tierras y territorios, especialmente en comunidades de pueblos indígenas, afrodescendientes y campesinas, promoviendo así la intensificación del conflicto armado interno, en donde las víctimas recibimos solo paliativos como la Ley de Víctimas y la de Restitución de Tierras, que no son más que reconocer los títulos de las tierras que han sido despojadas a las víctimas.

Por su parte, cuando Suiza argumenta en su discurso que el TLC con Colombia mejorará la situación de los derechos humanos de un país en donde, los mandatarios de turno se pelean para decidir si se reconoce o no un conflicto que está mas vivo que nunca, es aceptar abiertamente la ceguera ante las cifras y los hechos que demuestran que las y los dirigentes indígenas, para no nombrar al resto, estamos en permanente peligro, sobre todo en los territorios en donde se emplazan las multinacionales que instalan consigo, a los grupos armados legales o ilegales, para fundar el terror, en nombre de la protección de bienes de interés público. 

Sí, hay que estar ciegos, o ciegas, como la mercenaria del poder económico Doris Leuthard, para no darse cuenta que más de doscientos cincuenta Wayuu, han sido asesinados o desaparecidos en el marco del conflicto armado interno, en donde gran parte de este Itinerario de víctimas, han sido mujeres Wayuu.

Para la suma final del total del TLC Colombia-Suiza, se ha firmado un Tratado de Cooperación Judicial entre los dos países, cuyo objetivo fundamental es el de luchar contra el crimen organizado, el narcotráfico y el terrorismo.  Aunque aún se desconocen sus verdaderos alcances, es fácil deducir,  teniendo en cuenta que la mayoría de activistas hombres y mujeres activistas de los derechos humanos en Colombia, hemos sido investigados extrajudicialmente y algunos hasta condenados, que se puede estar en alto riesgo, incluso en Suiza.

En últimas, la apertura del libre comercio de Colombia con cualquier país,  será como tener un corral lleno de chivos con un solo lobo, en donde por supuesto, todos los chivos estamos representados en el pueblo colombiano.  Colombia, exportará a Suiza, entre otros productos de la lista, flores, textiles, aceites y frutas como limón, piña y papaya. ¡Bravo por Colombia! quien ha dado papaya a las multinacionales de Suiza, a cambio de que éstas tengan  licencia para devastar y contaminar la diversidad, el medio ambiente, la riqueza y fertilidad de nuestros suelos. 
Berna, Suiza
Viernes 1º de julio de 2011
11:30 p.m.



ð Wayunkerra Epinayu (Karmen Ramírez Boscán).  Indígena Wayuu del Clan Epinayu.  Epaya’a Miou (Consejera Mayor) de la Sütsüin Jiyeyu Wayuu – Fuerza de Mujeres Wayuu.  Activista de los derechos de las mujeres indígenas y de los pueblos indígenas.

Jun 11, 2011

Sobre la Wayunkerra y las Diosas

A Alda Facio, Angela Lyte y Anglea Miles, Diosas de la Inspiración
A todas las mujeres que han atendido el WHRI en el 2011
A las Mujeres de la Sütsüin Jiyeyu Wayuu - Diosas de la Justicia





A Gloria Boscán Ortiz, Diosa de la Concepción
A Paula VanGrieken Ramírez, Diosa de la Felicidad Perpetua
A la Potto Boscán, Diosa de la Resistencia

Wayunkerra - Primera Mujer de Barro
Hecha por las Primeras Hijas de la
Madre Tierra - Diosa Wayuu
Yo era una pequeña niña, y no puedo recordar, ni si quiera, cuántos años tenía cuando mi madre, Gloria Boscán Ortiz, me llevó al jagüey[i] que queda en La Esperanza, un hermoso lugar en donde crecí la mitad de mi infancia.  La lluvia, se había detenido poco tiempo atrás y ella, mi madre, estaba muy feliz, además de emocionada.  Yo, tenía miedo de algunas de las culebras que serpentean por allí, justo después que deja de llover.   No lograba entender muy bien que era lo que mi madre quería explicarme.  Ni siquiera quería ir con ella, sin embargo me llevó a fin de que enfrentara mis miedos.  Recuerdo, que me dijo que Juyá, el espíritu de la lluvia, viene de cuando en vez, para refrescar a la Tierra, dándole el mejor regalo que jamás alguien pueda recibir:  la  maravillosa oportunidad de concebir.

Gloria Boscán Ortiz
Diosa de la Concepción
La Potto Boscán
Diosa de la Resistencia
Después, yo estaba curiosa y absolutamente fascinada cuando llegamos al jagüey, en donde también estaban muchas mujeres y niñas de la comunidad.  El sol, como siempre,  estaba radiante, brillante, pero no tan caliente como suele ser en Wounmainkat[ii].  Gloria, mi mamá, mirándome con su hermosa sonrisa de siempre, se quitó sus güaireñas[iii] para posar sus pies sobre el barrizal. Después de esto, comenzó a pisar el barro, animosa  y vigorosamente, como si estuviera bailando la yonna[iv].  Me dijo que hiciera lo mismo, recuerdo haber sentido una felicidad infinita, estaba dichosa, mi espíritu estaba muy emocionado, justo ahí brincando sobre la greda mojada.  Mi madre, se detuvo por un momento, se tomó la manta con las manos para acomodarla a un lado entre su cuerpo y el brazo izqierdo, se puso en cuclillas, introdujo su mano en el barro pisado para sacar solamente un puño de greda, y después, la vida comenzó a ser moldeada por las manos de mi madre.  Nació la Wayunkerra.

Alda Facio
Diosa de la Inspiración
Hace unos días, quise compartir este conocimiento con mujeres de todo el mundo que han venido al Programa sobre Derechos de las Mujeres en el Women's Human Right Institute de la Universidad de Toronto.  Les conté la historia de la Wayunkerra, quien fue la “primera mujer Wayuu hecha de barro moldeada por las manos de  las primeras hijas de la tierra[v]”, y justo ahora me doy cuenta que mi madre, Gloria Boscán Ortiz, del clan Epunayuu, es una de esas primeras hijas de la Madre Tierra.  Ella, mi madre, me enseñó a modelar las formas de esta “muñeca de barro” que en realidad es una “diosa de barro”, y ella, mi madre, especialmente me enseñó como darle otorgarle el espíritu y el alma para que pueda concebir, no solo vida, sino también felicidad, para que pueda transmitir sabiduría. 

Hoy en día, si se le pregunta a cualquier mujer Wayuu, qué es la Wayunkerra, ella simplemente dirá que es una "muñeca de barro", estática, que no se mueve y que no hace nada, pero muchas de las niñas Wayuu que han hecho Wayunkerras, aunque han aprendido a respetar sus cuerpos, han olvidado ponerle a la “diosa de barro”, el alma y el espíritu que solía otorgársele.  Ahora, la Wayunkerra, está muriendo porque han sido reemplazada por esas muñecas de plástico que son solo maquillaje de acrílico y cabello falso, llenas de absolutamente nada por dentro, y sin la más minima posibilidad de retornar al agua o a la Tierra como si lo puede hacer la Wayunkerra.  Mientras que la Wayunkerra, tiene la posibilidad de convertirse nuevamente en barro, la vaciedad de las muñecas de plástico, suele hacerlas penar en el olvido eterno.  

Angela Lyte
Diosa de la Inspiración
Mis viejas me contaron que en el pasado, el centro del universo, solía ser el ombligo de la Wayunkerra, ya que ella era una diosa de los Wayuu, pero su poder y su potencia han sido tergiversados por el colonialismo y la religión.  Ahora, apenas he descubierto, gracias a Alda Facio y a Angelita Lyte cuando han mostrado el documental “Goddess Remembered[vi]”, que Waunkerra estaba en todas partes, no solo en Wounmainkat, ella estaba en todo el mundo.  Sí, ella estaba en donde la Madre Tierra solía vivir llena de privilegios y regalos, no como ahora, que vive llena de huecos, que gente hambrienta de dinero hace con su maquinarias, para convertirla en un cuerpo de hembra al que se le roba la pureza, la dignidad y el poder. 

La industria, esa que no puede saciar su voracidad, esa misma que ha inventado una muñeca con pocas carnes y sin nada más que aire comprimido por dentro, esa misma industria que destruye a Wounmanikat, esa misma que nos entierra con chatarra, llena de nada, quiere matar  a la Wayunkerra, pero lo que ellos no saben, es que Wounmainkat es la madre de esta “Diosa Wayuu de barro”.  Nuestra sociedad, entonces, tiene la responsabilidad de reivindicar a todas las diosas de todos los tiempos para que ellas, entre las cuales está la Wayunkerra,  permanezcan vivas en la memoria del universo.

Paula VanGrieken Ramírez
Diosa de la Felicidad Perpetua
Muchas veces  le compré a mi hija muñecas sin espíritu, de manera que yo misma, atenté contra la "Diosa Wayuu de Barro", pero hoy, necesitamos llenar el mundo de Wayunkerras, entonces ella podrá recuperar su alma y su espíritu, ella será capaz de recuperar su lugar en el mundo, ese mundo en donde las mujeres, eran respetadas, en donde se acostumbraba a vivir con el principio del equilibrio respetando lo que nos  rodeaba, ese mundo en donde se vivía en armonía con los hombres, los animales, las plantas, y el espíritu vivo de la Madre Tierra.

Toronto, Ontario Canadá
10 de Junio 2011
12:41 p.m.


[i] Jagüey:  Depósito utilizado para almacenar agua en tiempos de sequía. 
[ii] Wounmainkat, es la forma en Wayunaiki para referirse a Nuestra Madre Tierra.
[iii] Güaireñas:  Zapatos Wayuu parecidos a las alpargatas.
[iv] Yonna:  danza tradicional Wayuu
[v] Texto de Estercilia Simanca Pushaina, una de las más importantes escritoras Wayuu.

[vi] Goddes Remembered, que podría traducirse al español como “Recordando a la Diosa” hace parte de una trilogía de documentales que dan cuenta de la historia de exterminio durante todos los tiempos en contra de la mujer.