Hola Wayunkerra:
Luego de más de un año de que se terminara nuestra relación empiezo a comprender la naturaleza y dimensión de los dolores que yo, en mi torpeza y sin saberlo, te ocasioné a lo largo de los cinco años en que compartimos un proyecto de vida juntos, en donde ciertamente tuvimos algunos sinsabores y frustraciones pero también, cabe recordar, muchos momentos plenos e intensos que son los que conservo en mi memoria.
Tomando conciencia del sentido de las afectaciones que te infringí, a través de estas sencillas pero sentidas reflexiones, deseo de manera honesta y genuina pedirte perdón por todas las amarguras, tristezas, desesperanzas, rabias que mis actuaciones y acciones pudieron generarte en las fibras profundas de tu alma y de tu corazón.
Para comenzar debo pedirte perdón por haber encontrado en tus celos, presuntos o reales, la excusa perfecta para rehuir de de las responsabilidades sobre mis comportamientos. Sin preocuparme por tus sentimientos me conformé con explicar nuestras controversias, desavenencias y conflictos recurriendo al vano argumento de que todo se originaba en ellos.
Debo pedirte perdón también por haber configurado en nuestra relación un escenario donde las dudas, las incertidumbres, las ambigüedades y los claros-oscuros derivados de mis acciones terminaron exacerbando algunos de tus miedos y temores, llevándonos a caer en un círculo vicioso que no fui capaz de quebrar en su debido momento. En vez de brindarte un suelo y un cielo de seguridad para que floreciera la confianza, lo salpiqué todo con la duda y la mentira.
Debo pedirte perdón también por las mentiras, la mayoría de las veces pequeñas, pero mentiras al fin y al cabo, que te repetí una y otra vez, sin nunca llegar a comprender que el tamaño de ellas no tienen ninguna importancia y que posiblemente entre más pequeñas e insignificantes sean, a la postre desastan consecuencias impredecibles que erosionan y depredan los sentimientos.
Por su puesto que debo pedirte perdón por haberte traicionado --y haberme permitido traicionarme a mi mismo-- al movilizar mi arsenal de conquistador con otras mujeres, mucho menos bellas e interesantes que tú, olvidándome de alimentar el amor y la pasión de esa maravillosa y encantadora mujer que transitaba conmigo por los senderos de la vida. Por distraer mi atención en otros horizontes, perdí de vista lo que tenía cerca y realmente valía la pena.
Debo pedirte perdón por todas y cada una de las veces que reaccioné como si te estuviera rechazando, como si no quisiera tenerte a mi lado. Pero no solo por ello debo pedirte perdón pues también se me olvidó decirte palabras reconfortantes, estrecharte entre mis brazos y tomarte de la mano cuando caminábamos por la calle.
Debo pedirte perdón por no decirte en el momento justo las palabras de afecto y de amor que querías escuchar de mis labios, por no reaccionar como hubiera sido deseable para demostrarte mis nobles y puros sentimientos hacia ti.
Debo pedirte perdón por hacer mutis por el foro, por guardar un estúpido silencio, cuando debí elevar mi voz para homenajear y exaltar las virtudes y cualidades de la bella mujer que tenía junto a mí y por haberme quedado inmóvil, por no haber hecho absolutamente nada, cuando tu albergabas en tu corazón que yo reaccionara e hiciera algo que te indicara que tu eras la mujer que yo había elegido.
Debo pedirte perdón por mis olvidos, por mis torpezas, por mi arrogancia, por mi egoísmo, por mi narcisismo… que me impidieron ver con claridad que estábamos apostándole a un proyecto de vida en común.
Debo pedirte perdón por haberte destrozado tus sueños, por haber despedazado tu alma, por haber vuelto añicos tu corazón y no haberme dado cuenta de la monstruosidad de lo que estaba haciendo.
Así mismo debo pedirte perdón por no haber sabido comprender y descifrar los innumerables mensajes que me enviaste advirtiéndome que nuestra relación, en razón de mis comportamientos ambiguos y de mis actuaciones equivocadas, iba rumbo a la tormenta y amenazaba con naufragar, como a la postre, tristemente, ocurrió.
Debo pedirte perdón por no entender, en relación con el transcurrir y decurso de nuestra relación, que tus reflexiones e inquietudes --que yo satanizaba con la fácil etiqueta de la cantaleta—fueron bienintencionadas, legítimas, genuinas e imprescindibles.
Debo pedirte perdón por no entender que lo que me pedías era sencillo y estaba totalmente dentro de mi alcance. No pedías que te bajara una estrella del cielo, sólo pretendías que te escuchara atentamente; no me pedías que escalara el monte Everest, sólo buscabas que te brindara una caricia; no me pedías que te diera todo el oro del mundo, tan solo me decías que te diera un beso; no me pedías que le diera la vuelta al mundo, solo procurabas que en las mañanas te hiciera sentir la mujer más bella; no me pedías que ganara una medalla olímpica, tan solo querías una sonrisa de agradecimiento por haber compartido la noche conmigo…
Debo pedirte perdón por haber sido incapaz de hacerte sentir, a todo momento y en todo lugar, como una mujer-mujer, como la verdadera mujer que tú eres; debo pedirte perdón porque reiterada y sistemáticamente desplegué acciones y comportamientos que te hicieron sentir mal, muy mal, hasta el punto de llegar y horadar tu autoestima hasta límites insospechados.
Debo pedirte perdón por no haber estado a la altura que las circunstancias ameritaban para dirigir mis mejores energías a fin de trascender las adversidades y posibilitar que mi conformismo desdibujara nuestra relación hasta el punto no sólo de antojárseme irreconocible sino producirme miedo.
Debo pedirte perdón por todas y cada una de las situaciones que yo desencadené: por haber herido tu orgullo, por haber lacerado tu alma, por haber humillado tu corazón, por haber vilipendiado tus afectos, por haber pervertido tus sueños, por haber mancillado tu nombre, por haber ofendido tus sentimientos, por haber distorsionado tus acciones… Debo pedirte perdón por las lágrimas que derramaste, por los iras que te provoqué, por las noches de insomnio a las que te llevé, por los gritos de desesperanza que diste, por las angustias que te originé, por los desamores con los que te cubrí… Debo pedirte perdón porque permití que todo, sobre todo lo que se sobrevino luego de nuestra separación, se salió de cause y se desmadró… Por ello debo pedirte perdón por permitir que se escribiera sobre el fin de nuestra relación una historia tan alejada de lo que fuimos y sentimos.
Igualmente, debo pedirte perdón porque tal vez estas palabras te suenen huecas, vacías, sin sangre ni carne, pero, reitero, mi propósito es transparente y noble.
Wayunkerra: Dicen que errar es humano, que errar repetidamente es de humanos demasiado humanos y que perdonar es divino. Esta madrugada te concedo a ti el privilegio de que decidas ser esto último.
En todo caso, y ya para concluir, quiero decirte que estoy conservado exclusivamente los mejores y más gratos momentos vividos junto a ti y decidida y radicalmente he optado por cubrir con la desmemoria y el manto del olvido cualquier infausto recuerdo sobre los dos. Aún hoy, y pese a toda el agua que ha corrido bajo el puente, digo que eres una gran mujer, valiente, guerrera, inteligente y bella. Definitivamente sobre los recuerdos y sobre la imagen que conservo de ti, nada me hará cambiar de opinión.
Que el amor te bendiga,
JUANCARLOS GAMBOA MARTÍNEZ
17 de mayo de 2010: 12:35 de la madrugada
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